Pensando sobre black metal
Published at Mar 11, 2024
Desde hace un tiempo, me resulta difĂcil hablar del gĂ©nero del metal sin considerar sus mĂșltiples subcategorĂas, y el Black Metal (BM) se destaca como un caso particular en esta diversidad conceptual. En ocasiones, prescinde incluso de guitarras y baterĂas, alejĂĄndose notablemente de la influencia de bandas como Black Sabbath. En cierto punto, se desvinculĂł del gĂ©nero metalero y del ârockâ para identificarse simplemente como mĂșsica âblackâ, por decirlo de alguna forma. Al igual que el âbluesâ adquiriĂł una identidad Ășnica, un arquetipo sensorial que evoca la melancolĂa, la opresiĂłn, la inmensidad del cielo o del mar, el âblackâ es la mĂșsica que, a travĂ©s de su folclore, su atmĂłsfera o mediante el noise o el thrash, enfatiza el aspecto ânegroâ como sĂmbolo de negaciĂłn y muerte, explorando su dramatismo a travĂ©s de la experiencia catĂĄrtica del ritual. Este negro no solo representa el âlado oscuroâ, sino tambiĂ©n lo desconocido, el universo, la noche, entre otros, siendo el equivalente religioso de la âluzâ.
Personalmente, no me atrae el Black Metal desde una perspectiva exclusivamente metalera. No me interesa la imagen mediĂĄtica que promueve lo âpolĂticamente incorrectoâ, haciendo referencia a ciertos subgĂ©neros que abrazan ideologĂas controvertidas.
Lo que sĂ me fascina, y aquĂ es donde veo un vĂnculo con otros gĂ©neros como el Neofolk, es el mito del hombre animal, el ser humano con sus sentidos religiosos desarrollados, arraigado a la tierra y conectado con el cosmos, venerando tanto la muerte como la vida como parte de un ciclo natural. Este hombre se ve invadido por conceptos sociales y culturales triviales impuestos coercitivamente, donde algunas ideologĂas globalizadas pueden âauratizarâ los gritos desgarrados de este sĂmbolo encarnado en el Black Metal. Es momento de reinterpretar las religiones, de representar nuevamente los avatares, de reencarnar los dioses olvidados.